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CoaRECS - Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Estampas y poemas

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Hornero



Le�atero



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Chingolo



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27/04/2025 - 04:45 hs.

Pájaros nuestros (poemas)

por Juan Burghi - Ilustraciones de Salvador Magno

Editorial Guillermo Kraft - Buenos Aires. 1942.


P�RTICO

P�jaros

PAJARO: gracia, belleza, melod�a, ritmo, y tambi�n utilidad. Ser maravilloso que participa del agua, de la flor, de la Irisa, dd roc�o. Conciencia de la luz y voz que se anticipa a ella, pues noche a�n aclara con sus trinos la rama en que mora. P�jaro y nido, cosas inherentes al �rbol como la flor y el fruto. Vivida flecha de armon�a que, al pasar alegre bajo el sol de primavera, florece en el espacio... Euritmia, impulso, movimiento, equilibrio, matiz. Hasta la voz que lo designa, p�jaro, es el�stica, vibrante y parece describir la par�bola de un vuelo.

P�jaro: gracia, belleza, melod�a, ritmo, y tambi�n utilidad... Y el ni�o se ensa�a con �l y el hombre lo destruye. En la mano que dispara la honda del ni�o o el arma del hombre, sobrevive el instinto ancestral del ser milenario que, -por necesidad, mataba. Pero el ni�o no sabe y el hombre no piensa. Es as� c�mo en un aleccionante, verso de ]ules Renard, un campesino pide al ave que le devuelva algunas cerezas que ha tomado en los �rboles de su huerto. Y el ave responde: "S�, te las devolver� y, con ellas, las mil larvas que de esos mismos �rboles tambi�n he quitado..."

PAJAROS EN LA AURORA

T�mido y sol,
noche a�, el chingolo
-agreste bardo-
como en sue�os, y acaso desde un cardo,
da su cantito r�stico el primero.

Luego, a poco, el hornero.
s�bita y estridente algarab�a:
toda una celestial cristaler�a
que, de escal�n en escal�n, cayera
por marm�rea escalera,
sobresaltando en su quietud la urna
de la noche...

(El vuelo algodonoso
de las aves nocturnas
se hace r�pido, huidizo y temeroso).

Desde el h�medo estero,
el vigilante tero
le va quitando hilvanes a la sombra...
y, al lanzar impaciente
su grito de: �Presente!,
se nombra.

(Los hilvanes m�s alto,
las �ltimas puntadas,
con vuelos en zigzag y sobresaltos
que parecen piruetas,
y un chirriar de tijeras oxidadas,
los cortan el final las tijeretas).

En el primer albor que se vislumbra,
pasa r�pido un misto y su chispeo
pone puntos de luz en la penumbra...
Gozoso, el benteveo,
dice a gritos: �Ya veo...!

(La noche que se aleja,
en el gemir de la torcaza se queja,
y llora su derrota
con sollozante nota).

Aparece el pirincho pajizo
con su aire bobalic�n
-a veces, como enfermizo-
y su acento de ni�o llor�n.

(Cruza el trillo polvoriento
en cauteloso desliz
de r�tmico movimiento
-aspecto pulcro y feliz,
o�do alerta y ojo atento-
la se�orita perdiz).

Al salir de su nido enmara�ado,
se enreda y, enredado,
se le suelta el resorte al espinero,
que se agita estridente y vocinglero.

(A ras del suelo, tensa el ala,
r�pida y fina,
una cruz blanquinegra que resbala,
la golondrina).

De luz, musical anhelo,
es el silbo del zorzal,
l�mpido y fino cristal
donde va aclarando el cielo.

Garabatea su vuelo
el churrinche -de la lumbre
rojo y vivaz coraz�n-
y al par que revuela, con
el ...rrin-churr�n agridulce
le va quitando la herrumbre
al gozne de su canci�n.

(En si inocente j�bilo extasiado,
mientras le canta al sol que ya destella,
el cimarr�n dorado
es un corcho frotando una botella...)

Min�scula y vivaz, hace la ratonera
sus g�rgaras de sol, y se dijera
que le desborda el buche ahito
en musical y alegre gorgorito.

Y la calandria, manantial sonoro,
entre toda armon�a soberana,
con su canci�n trabaja la ma�ana
como joya de oro.


P�jaros nuestros (poemas)
por Juan Burghi - Ilustraciones de Salvador Magno
Editorial Guillermo Kraft,Buenos Aires. 1942.

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