PAJAROS EN LA AURORA
T�mido y sol,
noche a�, el chingolo
-agreste bardo-
como en sue�os, y acaso desde un cardo,
da su cantito r�stico el primero.
Luego, a poco, el hornero.
s�bita y estridente algarab�a:
toda una celestial cristaler�a
que, de escal�n en escal�n, cayera
por marm�rea escalera,
sobresaltando en su quietud la urna
de la noche...
(El vuelo algodonoso
de las aves nocturnas
se hace r�pido, huidizo y temeroso).
Desde el h�medo estero,
el vigilante tero
le va quitando hilvanes a la sombra...
y, al lanzar impaciente
su grito de: �Presente!,
se nombra.
(Los hilvanes m�s alto,
las �ltimas puntadas,
con vuelos en zigzag y sobresaltos
que parecen piruetas,
y un chirriar de tijeras oxidadas,
los cortan el final las tijeretas).
En el primer albor que se vislumbra,
pasa r�pido un misto y su chispeo
pone puntos de luz en la penumbra...
Gozoso, el benteveo,
dice a gritos: �Ya veo...!
(La noche que se aleja,
en el gemir de la torcaza se queja,
y llora su derrota
con sollozante nota).
Aparece el pirincho pajizo
con su aire bobalic�n
-a veces, como enfermizo-
y su acento de ni�o llor�n.
(Cruza el trillo polvoriento
en cauteloso desliz
de r�tmico movimiento
-aspecto pulcro y feliz,
o�do alerta y ojo atento-
la se�orita perdiz).
Al salir de su nido enmara�ado,
se enreda y, enredado,
se le suelta el resorte al espinero,
que se agita estridente y vocinglero.
(A ras del suelo, tensa el ala,
r�pida y fina,
una cruz blanquinegra que resbala,
la golondrina).
De luz, musical anhelo,
es el silbo del zorzal,
l�mpido y fino cristal
donde va aclarando el cielo.
Garabatea su vuelo
el churrinche -de la lumbre
rojo y vivaz coraz�n-
y al par que revuela, con
el ...rrin-churr�n agridulce
le va quitando la herrumbre
al gozne de su canci�n.
(En si inocente j�bilo extasiado,
mientras le canta al sol que ya destella,
el cimarr�n dorado
es un corcho frotando una botella...)
Min�scula y vivaz, hace la ratonera
sus g�rgaras de sol, y se dijera
que le desborda el buche ahito
en musical y alegre gorgorito.
Y la calandria, manantial sonoro,
entre toda armon�a soberana,
con su canci�n trabaja la ma�ana
como joya de oro.
|