El pirincho
Usa un traje de arpillera
que le va bastante holgado;
el aire, medio atontado,
y el canto, un pito cualquiera.
Paja brava es su melena,
por dura, rebelde y lacia,
y se mueve con la gracia
del que viste ropa ajena.
(En fila india, muy lentos,
van siempre varios unidos,
volando como aturdidos,
piando como friolentos).
Parece caer de pico
al posarse, y enarbola,
para equilibrar, la cola,
a manera de abanico.
Tiene un ridículo canto
que alegre comienza y, luego,
se hace triste cual un ruego
y termina como un llanto.
Pero con sus lloriqueos
y su aire bobalicón,
no se pierde la ocasión
de pillar nidos ajenos.
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