La golondrina (hoy Golondrina ceja blanca)
No eres nuestra en absoluto,
pero recuerdo que eras
muy fiel a las primaveras
de mi pueblo diminuto;
que rend�as el tributo
de tu presencia cordial,
tan infaltable y puntual
cual la flor del duraznero:
un po�tico y certero
anuncio primaveral.
Tampoco puedo olvidar
cuando, a la caza de insectos,
con tus planeos perfectos
rasabas el tajamar:
un pasar y un repasar
contra el poniente, a trasluz,
como una peque�a cruz
negriblanca, blanquinegra,
luto que en blanco se alegra,
flecha de sombra y de luz.
Y en madrugadas de est�o,
cuando era a�n noche oscura,
tus trinos desde la altura,
como un sonoro roc�o...
El arrojarte al vacio
ensayando el primer vuelo,
bajo el maternal anhelo,
y aquel derroche de gracia
en magn�fica acrobacia,
all�, en el azul del cielo.
Tienes algo de leyenda,
sobre el ganado prestigio
de tus alas -un prodigio�
que cruzan la mar tremenda;
de hallar la misma vivienda,
a�o tras a�o, al volver
de otros pa�ses, de ser
heraldo de Primavera,
que al �rbol y a la pradera
les ordena florecer...
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